Festival de Venecia: Lucrecia Martel presentó Nuestra tierra, sobre el asesinato de Javier Chocobar

“Me gustaría decirle a la prensa presente que la historia nos ha puesto en una encrucijada. Yo hubiera querido jubilarme, estar en una playa. Ustedes, los jóvenes, puede que también tengan esa misma aspiración. Pero no nos ha tocado ese tiempo, el tiempo de jubilarnos. Nos ha tocado un tiempo en el que el cine vuelve a tener una relevancia fundamental para contar lo que está sucediendo”. Con esa declaración de principios e intenciones concluyó hoy, en el Festival de Venecia, la conferencia de prensa en la que la celebrada realizadora argentina Lucrecia Martel presentó Nuestra tierra, su esperado primer largometraje documental.
La directora de La ciénaga tiene un largo vínculo con la muestra cinematográfica dónde en 2017 estrenó Zama, su -hasta ahora- última película de ficción y en la que en 2019 ofició como presidenta del jurado. Ahora, la realizadora salteña viajó a la 82a. edición del festival para presentar el documental que forma parte de la selección oficial de la muestra y que también se verá en las próximas semanas en el festival de cine de San Sebastián, la muestra de Toronto y el festival de cine de Nueva York, entre otras destacadas muestras del calendario cinematográfico de los últimos meses del año.
Un par de horas antes de la proyección en la sala principal del concurso, Martel junto a sus productores, Benjamín Domenech y Santiago Gallelli, de Rei Cine, por el lado argentino; Joslyn Barnes, de Estados Unidos (Louverture Films) y el mexicano Julio Chavezmontes (Piano), habló del largo proceso de más de una década de realización de la película que tiene como punto de partida el asesinato ocurrido en 2009 del dirigente y activista social tucumano Javier Chocobar, perteneciente a la comunidad indígena chuschagasta, y el juicio a sus asesinos llevado a cabo en 2018.
“Siempre que aparece una película sobre una comunidad indígena, la duda que tenemos en el cine es si uno está autorizado para hablar de estas cosas, si uno está aprovechándose de eso para después estar acá paseándose por el mundo con una película sobre el dolor y la frustración de otras personas. Pero es indispensable, asumiendo el riesgo histórico de poder equivocarse y los riesgos políticos de lo que significa, intentar entender el problema de un país donde uno no tiene protagonismo sino los recursos del cine para presentarlos. Por protegernos a nosotros mismos no dejemos de correr el riesgo histórico que es acercarse a tratar de entender a los otros, y a través de los otros a nuestros países y a nosotros mismos”, explicó Martel frente a la prensa internacional.
“El cine entró en una zona de impotencia donde las mujeres tienen que hablar con las mujeres, los hombres con los hombres, los negros con los negros, los indios con los indios –agregó la directora–. Es indispensable asumir el riesgo de conversar con los otros y cometer errores en esa conversación. Es necesario animarse a cometer errores”.
Si bien la realizadora no hizo mención directa a la situación que atraviesa el cine argentino, sí lo hizo Domenech en nombre de la producción: “No es el mejor momento del cine argentino, es tiempo de mantenernos unidos y junto a los coproductores, estamos convencidos de que esta película tiene que existir”.
Entre los comentarios sobre la extensa investigación sobre el asesinato y la comunidad en la que ocurrió y el rodaje del largometraje que cuenta con guion de la directora y de María Alche, la actriz, directora y guionista que fue la protagonista del segundo largometraje de Martel, La niña santa, la realizadora también relacionó su nueva película con “las imágenes que vemos a diario de un pueblo que está siendo devastado, que es Palestina. Quiero decirles que eso también pasa en el caso de muchos pueblos americanos y tantos otros alrededor del mundo”.
Casi como un llamado a las armas pero de esas que empuñan los realizadores de cine, Martel cerró el encuentro con la prensa internacional con una elocuente defensa del poder del cine. “Nos ha tocado el tiempo en el que el cine vuelve a tener una relevancia fundamental para contar lo que está sucediendo. Es el mejor momento para volver a pensar sobre nosotros y tratar de contarnos. Que no estemos deprimidos, que mantengamos la alegría del trabajo de contar, porque es el bastión más importante que tiene la humanidad para pensarse a sí misma”, concluyó Martel.
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